Estudiando lengua

Los trabajos de niños de una escuela infantil a las puertas de un descampado.

La vida, desgraciadamente, son esos huecos libres que quedan entre el trabajo asalariado y caer desplomado en la cama. Sobre esas calvas de la rutina hemos querido nosotros seguir trabajando como manera parar haciendo. O de subir la escalera mecánica al revés. O de hacer fuerza entre los cuatro para frenar la marcha de la bola del hámster. No sé.

El caso es que dos de nosotros –habrá que buscar un nombre para llamar a los habitantes de la tribu Decordel-, compartimos dos hijos que, como el resto de escolares de la Comunidad de Madrid, hoy y mañana no tienen colegio.

Los he llevado a casa de mis padres esta mañana. J. iba pertrechada de unas fichas de Lengua española. N, mi madre, le ha dicho “yo era profe de mates pero aún me acuerdo de la lengua”. “¿Lo estudias todavía? Papá creo que sí porque los fines de semana se reúne con mamá, J. y L. porque están haciendo un libro”.

Ahí vamos.

En el taller de Decordel…

Nos desnudamos frente a vosotros. Estas semanas están resultando de intenso trabajo para el colectivo editorial Decordel. Esto es, nosotros, cuatro amigos embarcados en la idea de hacer artefactos en papel (un poquito) transformadores. O que os ayuden. Tras unos cuantos meses erráticos y de titubeos, el año nuevo nos ha puesto las pilas y estamos en la recta final para lanzar nuestro primer título: La burbuja del emprendimiento y la atomización de la clase trabajadora, de José Manuel Martínez Bedia. Jose es, por cierto, uno de los nuestros.

Estas son semanas de vencer los cansancios e inercias de los trabajos asalariados para ponernos al lío. Jornadas de quemar el WhatsApp y reuniones dominicales con cerveza y niños alborotando alrededor. Días de aprender juntos un oficio que respetamos y al que nos acercamos con respeto y conciencia amateur.

Hemos hecho excursiones a librerías para sopesar y examinar el género, pequeñas sesiones de formación con programas de diseño (gracias Javi), le hemos dado la turra a las personitas mágicas de nuestro alrededor (mención especial para las que también están echando horas, como Vicky)…

…pero también seguimos aún inmersos en algunas labores más administrativas, como visitas a bancos –todo lo éticos que estos pueden ser-, aprendiendo sobre adquisición de ISBNs, imprentas…

Tenemos ya en marcha, aunque aún a medio gas, nuestras redes sociales (Facebook, twitter e Instagram). Como cuando uno va a tener un hijo, tenemos preparada ya la bolsita para el parto.

En fin, ¡qué pocas líneas ocupan lo que nos ha llevado tanto! La semana que viene ya os pondremos por aquí el diseño definitivo de la cubierta de La burbuja, lo que tenéis arriba es un boceto descartado, uno de tantos que se ha quedado en el camino pero que ha servido para tupirlo de hojas secas y hacerlo menos resbaladizo.

¡Avanti!